Las legumbres no solo llenan el plato: también aportan una combinación poderosa de fibra, potasio, magnesio y proteína vegetal que ayuda a mantener la presión arterial en valores saludables. Este grupo de alimentos es central en los planes de alimentación diseñados para prevenir enfermedades cardiovasculares y reducir el riesgo de ataque cerebrovascular (ACV).
Incorporarlas con frecuencia también ayuda a mantener un peso saludable gracias a su efecto saciante, lo que reduce otro factor de riesgo clave para el corazón y el cerebro.
¿Por qué funcionan?
Diversos estudios observacionales muestran que una alimentación rica en legumbres está asociada a menor incidencia de eventos cardiovasculares, incluyendo el ACV isquémico. Su aporte de nutrientes esenciales contribuye a mejorar la salud de los vasos sanguíneos, reducir la inflamación crónica y favorecer un perfil metabólico más estable.
Para quienes ya tuvieron un ACV, sumar legumbres puede ser una estrategia sencilla y efectiva para evitar recurrencias, sobre todo cuando se combinan con otras recomendaciones médicas y cambios en el estilo de vida.
Si no estás acostumbrado, empezá con ¼ de taza al día. Remojá las legumbres secas y cambiá el agua antes de cocinarlas, así evitás molestias digestivas.
Después de un ataque cerebrovascular, el tratamiento no termina con el alta: empieza una etapa clave de recuperación donde la alimentación puede marcar la diferencia. En la Clínica La Sagrada Familia, el equipo de nutrición trabaja en conjunto con neurología y cardiología para acompañar a cada paciente según su diagnóstico, sus necesidades funcionales y sus riesgos asociados.
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